Hay una Extremadura de vanguardia que muestra construcciones excepcionales. Edificios extraordinarios tras los cuales está la mano de prestigiosos profesionales. Una arquitectura contemporánea que se ensambla con la tradición y atrae la atención de profesionales de todo el mundo. También, de amantes de los contrastes y la novedad.
Es el caso del Palacio de Congresos de Plasencia, obra de Lucía Cano y José Selgas, que desde que se inauguró en 2017, es visitado por arquitectos, ingenieros, constructores y diseñadores que quieren comprobar “in situ” su singularidad. Su silueta vanguardista con un revestimiento semitransparente que dibuja sensacionales efectos de luz, tanto de puertas adentro como hacia fuera, no deja indiferente a nadie. Igual que su acceso, por una rampa que recuerda la pasarela de un gran barco.
Los mismos arquitectos firman la singular Factoría Joven de Mérida, de planta ovalada y colorista.
Sin salir de Plasencia, la Casa Sacerdotal en la calle Ancha es otra interesante muestra de la arquitectura de vanguardia extremeña. Una genial osadía del estudio de Andrés Jaque para un edificio destinado a ser morada de sacerdotes. Entre otros elementos, llaman la atención una capilla transformable y la sorprendente decoración, con luces de neón y muebles como los bicibancos, bancos con ruedas de bicicleta fáciles de mover.
En Cáceres, todo un referente como el estudio Tuñón y Albornoz, es artífice del afamado Museo de Arte Contemporáneo Helga de Alvear y de los exclusivos hoteles AtrioRelaix&Chateau y Casa Palacio Paredes Saavedra. Inaugurado este último en 2023, es todo un ejemplo del equilibrio entre el pasado y el presente, entre las construcciones históricas y contemporáneas, entre lo clásico y la vanguardia.
El museo de la galerista Helga de Alvear, propietaria de una de las colecciones de arte contemporáneo más importantes de Europa, está concebido como algo más que un espacio artístico.
Consciente de la importancia de acercar la colección a todos los vecinos y visitantes de la ciudad, traspasen o no el umbral de la exposición, el Museo rebasa los límites de su propio espacio y expone obras más allá de los límites del edificio. En el jardín, en los espacios exteriores de uso público que rodean el Museo, es posible disfrutar de obras de arte sin necesidad de entrar en sus instalaciones, y que muestran su vocación de establecer un diálogo abierto con el entorno. Estas obras de arte expuestas en el espacio público facilitan el descubrimiento fortuito por parte de los viandantes y extienden una invitación, democrática y accesible, al disfrute del arte contemporáneo. En pleno casco histórico de la ciudad, Patrimonio de la Humanidad, el presente y el pasado dialogan proporcionando una nueva forma de entender nuestra cultura.
En Badajoz no se puede dejar de visitar el MEIAC (Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo), habilitado sobre la antigua cárcel de la ciudad, un edificio de estructura circular. Tampoco la más reciente sede de Caja Badajoz, del estudio Lamela, cuya cubierta recrea la dehesa extremeña.
Pero más allá de las principales ciudades de Extremadura, el arte de vanguardia ofrece muestras fantásticas en localidades más pequeñas como Casar de Cáceres, donde su estación de autobuses ovalada, obra de Justo García Rubio es toda una sorpresa. Una exhibición de geometría, pero también un icono en el que hay incluso quien ve un homenaje a la Torta del Casar en el municipio que es su cuna.
En Navalmoral de La Mata, el Centro Cultural La Gota está inspirado en los secaderos de tabaco de Campo Arañuelo. El estudio Losada García Arquitectos lo concibió como una sorprendente sucesión de cajas apiladas con grandes voladizos y una fachada de malla y vidrio que crea un alucinante efecto óptico.
En Guijo de Granadilla, en el espectacular entorno del pantano de Gabriel y Galán, el centro de tecnificación deportiva “El Anillo” es otro alarde de creatividad y de respeto entre las construcciones y el paisaje. En este caso, el edificio está formado por dos círculos concéntricos y en medio se han respetado los árboles y otros elementos del paisaje.
Lo mismo ocurre en Vegaviana, un pueblo de colonización que en la década de los 50 se construyó en plena dehesa y que se considera una de las joyas de la arquitectura del siglo XX. Su promotor fue el arquitecto José Luis Fernández del Amo, que le dotó de una singularidad excepcional.
Pasado y presente conviven en Extremadura a través de una arquitectura de respeto y fusión que ofrece ejemplos únicos.