Un botijo con agua fresca en cualquier rincón de la casa. Una cesta de mimbre para apilar la leña junto a la chimenea. Un pañuelo bordado o unos pendientes de filigrana que pasan de la abuela a la nieta. Un bargueño de madera robusta tallado con mimo para dar la bienvenida en el recibidor… Son piezas de artesanía que están en la memoria de Extremadura y siguen formando parte de un presente que a veces las reinventa y adapta su diseño a la demanda estética del momento y otras las mantiene tal y como son, para que pongan el contrapunto en los entornos más modernos. Cada una de esas creaciones es exclusiva.
Fruto de la paciencia, el cariño y cuidado que los artesanos ponen en sus obras son tesoros para quienes buscan lo extraordinario y quieren darle un toque personal a su estilo de vida. Pequeñas joyas con las que decorar paredes, estanterías, espacios que no se parezcan a ningún otro y creen un ambiente diferente, elegante y dotado de personalidad.
En Extremadura, muchas de estas piezas se pueden encontrar en centros de promoción y salas de artesanía, en pequeños talleres artesanos o en tiendas reconocidas por su buen gusto en las que sólo se selecciona lo que es especial.
Entre las prendas más icónicas de la artesanía extremeña está la gorra de Montehermoso, que incluso ha saltado a las pasarelas de moda nacional y ha formado parte del atuendo de atrevidas novias. Los mil colores de la original, que se utilizaba para protegerse del sol en el campo, se han adaptado a la moda del momento para quien busca un tocado exclusivo y a la carta. Pero la de siempre, la auténtica, se la siguen poniendo orgullosas las montehermoseñas, y se las puede ver en fiestas como San Blas, Carnaval, o el Martes Mayor de Plasencia que es Fiesta de Interés Turístico Regional.
También se utilizaban para las labores del campo los borceguíes, zapatos artesanales cosidos a mano en Torrejoncillo, donde se pueden seguir encargando, al igual que se hicieron las grandes tinajas que se utilizaron en el rodaje de la serie La Catedral del Mar en la Ciudad Monumental de Cáceres. Esas tinajas de todos los tamaños adornan con empaque fincas de la dehesa y caserones, sobre todo en sus entradas y en sus patios. Pero los artesanos torrejoncillanos crean muchas más piezas, como las bandejas para los asados en el horno.
Todo un embajador de la artesanía en Extremadura es el corcho que se obtiene de sus centenarios alcornoques y tiene su capital en San Vicente de Alcántara. Un material tan de esta tierra con el que da forma a tapones que protegen las burbujas del mejor champán, cubiteras en las que presentar el vino, material de despacho o una gran variedad de complementos de moda.
Torrejoncillo, Salvatierra de los Barros y Llerena son las tres Áreas de Interés Artesanal de Extremadura, una distinción con la que se reconoce el peso que ha tenido la artesanía en esos municipios, en los que en otros tiempos fue un auténtico motor de desarrollo económico local.
Alfarería y barro, esparto y mimbre, vidrio y cerámica, cuero y madera, corcho, bordados o joyas de filigrana son una combinación de pasado y presente, de cultura y diseño, tradición y vanguardia que hacen las delicias de quienes buscan salirse de la producción en serie.