Extremadura tiene un balneario Patrimonio de la Humanidad, el de Alange, que luce con orgullo esta distinción desde el año 1993. Un lujo, sin lugar a dudas, poder disfrutar de tratamientos de salud y belleza en un edificio que mantiene dos espectaculares termas circulares de origen romano y una galería de duchas y bañeras de mármol del siglo XIX.
Más de 2.000 años de antigüedad atesora el termalismo en Alange, un municipio de la provincia de Badajoz que está íntimamente ligado al agua. De las aguas sanadoras de su balneario distinguido por la Unesco, a las de su embalse y su reconocida playa, en la que ondea la Bandera Azul que acredita su calidad. Son parajes por los que vuelan los vencejos y las grullas en temporada, aves que hacen de este destino uno de los más escogidos para el avistamiento ornitológico.
En Alange, además, crecen orquídeas salvajes y se puede disfrutar del panorama desde su castillo en lo alto de la sierra de la Culebra es una experiencia mágica, sobre todo al amanecer y atardecer.
En su entramado urbano, destacan las bonitas construcciones burguesas de finales del XIX y principios del XX con estuco y bóvedas pintadas.
Alange es Villa Termal de Extremadura junto con Baños de Montemayor, donde su balneario, también de origen romano, cumple con creces la condición de acreditar al menos diez años de antigüedad que se exige para conceder la titularidad de Villa Termal. Otro requisito es tener un número significativo de alojamientos turísticos en su entorno.
En Baños de Montemayor hay dos edificios que forman un único balneario. Por un lado, están las termas romanas originarias, un edificio con encanto y tintes románticos al pie de la avenida de Salamanca. Un enclave lleno de vida en el que en primavera y verano se ofrecen festivales y conciertos de diferentes propuestas musicales. Por otro, enfrente está el inmueble principal, de moderna construcción, con forma de barco y una entrada con una llamativa, alegre y luminosa galería decorada a base de mariposas de colores.
Es el de Baños de Montemayor un balneario al pie de la Vía de la Plata y en pleno paisaje cacereño del Valle del Ambroz, donde se vive cada año un otoño absolutamente mágico, distinguido como Fiesta de Interés Turístico Nacional por ser uno de los más espectaculares de España.
Son siete los balnearios extremeños. A los de estas villas termales hay que añadir el de El Raposo, entre las localidades pacenses de Puebla de Sancho Pérez y Usagre, a pocos kilómetros de la señorial Zafra.
El resto se encuentran en la provincia de Cáceres y son el de Brozas, en la comarca de Tajo Salor Almonte; el Salugral Termal Resort en Hervás, el pueblo del Valle del Ambroz con una de las juderías mejor conservadas de España; el Hotel Balneario Valle del Jerte en Valdastillas y el de Fuentes del Trampal en Montánchez, a poco más de diez kilómetros de Alcuéscar y su emblemática basílica visigoda de Santa Lucía del Trampal, otra joya del patrimonio histórico de Extremadura.
Las aguas naturales y mineromedicinales de los balnearios extremeños son una sugerente invitación al relax, a parar el reloj para olvidarse del tiempo y disfrutar. Una excusa para regalarse salud, belleza y bienestar, y también, una excelente oportunidad para descubrir la Extremadura termal y la historia que le rodea.